Segundo día - 2 Abril. Alkmaar, Haarlem, Amsterdam


El día de hoy ha sido agotador pero intenso, ha dado para mucho. Hemos comenzado la jornada con el típico desayuno de hostal europeo, algo de distintos fiambres, queso, huevo duro, cereales, pan, bollería, yogur, fruta, leche y café al estilo lavativa, es decir malo de solemnidad, pero la costumbre termina haciendo callo. Nuestra idea para hoy es visitar Alkmaar y luego ir un poco sobre la marcha, variará la opción en función del tiempo que nos lleve ir y venir a los sitios, y posteriormente a la tarde queremos estar en Amsterdam.
Para salir hacía Alkmaar hemos tenido que ir a la estación central, que es desde donde saldrá el tren que nos llevará hasta allí. Para ello hemos tenido que tomar el mismo tranvía que ayer nos trajo al hihostel pero en dirección contraria. Si ayer no entendí el sistema de los billetes, hoy todavía menos, puesto que ayer tuve que ticar 2 veces y hoy para el mismo viaje he ticado 4, para el mismo trayecto. ¿será más caro al revés?. Hemos cogido rápidamente el tren, para evitar problemas con las máquinas expendedoras hemos ido directamente a la taquilla a comprar. Mucho mejor, donde va a parar. El trayecto dirección Alkmaar nos ha costado 7 euros por persona, un poco caro.

Alkmaar es ante todo la ciudad del queso. Desde el primer viernes de Abril hasta el primer viernes de septiembre se celebra todos los viernes desde las 10 hasta las 12 el tradicional mercado de queso. Primero se fija el precio del queso, a la antigua usanza, tras pesar el lote en la casa del peso, los miembros del antiguo gremio de los portadores del queso transportan el queso en una parihuela. Además del mercado del queso Alkmaar es un lugar histórico, con más de 400 monumentos.

La visita al mercado ha resultado muy entretenida y curioso, y sobre todo, nos hemos puesto inflados de queso. Hemos probado diferentes tipos de queso, también hemos comido una especie de crepes pequeños de queso,que estaban de muerte, lo que os comentaba, morados.

Cuando estaba a punto de acabar el mercado nos hemos ido a recorrer el pueblo, y sus canales tranquilamente. El casco histórico no es muy grande, pero sí bonito. Supongo que debido al mercado, había un gran ambiente por sus calles. Como es típico y normal en Holanda, Almaark también tiene su molino antiguo. En la actualidad es una vivienda particular por lo que solamente lo pudimos ver desde fuera.
Tras pasar gran parte de la mañana en Almaark,volvemos a tomar otro tren, pero esta vez dirección Haarlem. De nuevo hemos tenido que pagar 7 euros por persona. Haarlem pese a estar a tan solo media hora de Amsterdam es muy diferente a la capital. El centro urbano no ha cambiado su aspecto desde aproximadamente el siglo XVIII. Es un laberinto de calles peatonales llenas de librerías, queserías y anticuarios.


Desde la llegada a Haarlem se empieza a disfrutar la visita.Lo primero que hemos visto ha sido la estación de tren estilo art nouveau, desde aquí, paseando hemos llegado hasta Grote markt, la plaza central del pueblo, un lugar muy medieval, aunque ahora está lleno de bares, terrazas y restaurantes.Nuestro paseo ha continuado hasta otro típico molino, a las afueras del pueblo.
Sobre las tres de la tarde y ya exhaustos nos hemos metido en una especie de cafetería a comer algo. La carta, como es normal, estaba completamente en holandés, así que para no complicarnos mucho la vida y llevarnos luego sorpresas desagradables, hemos elegido lo único que entendíamos. Es decir una sopa de cebolla,acompañada por un pequeño bocadillo de queso, una tortilla de champiñones y otra de jamón y queso.

¿a que suena a poco? teníais que a ver visto el diámetro de esas tortillas, parecían la plaza de las ventas. Así que nos hemos inflado, tanto que Nerea se ha tenido que tomar una infusión de melón para bajar la comida. Una vez que hemos saciado nuestro apetito hemos tomado un nuevo tren destino a Amsterdam, no sin antes tener algún problemilla para sacar los billetes del mismo.

Primero hemos intentado sacar los billetes en las máquinas expendedoras, pero estas no admitían ni la visa ni billetes, y después no encontrábamos las taquillas. Al final hemos dado con ellas y hemos podido coger el tren hacía la capital.
Una vez en Amsterdam hemos aprovechado para ver la zona más cercana a la estación central. Esta zona se denomina Oude zijde o zona antigua, y es el barrio residencial más antiguo de la ciudad. La mayoría de sus calles y canales corren paralelos a las antiguas murallas.

Más al sur hemos podido recorre el barrio de la universidad que ofrece otro cambio. Tranquilo y silencioso, a pesar de estar separado sólo por una calle del barrio rojo, visitarlo es un agradable paseo.
A pocas manzanas de la calle principal de Amsterdam nos encontramos con el barrio rojo, lugar de vicio y perversión. Aunque de día ofrece el aspecto de cualquier barrio de la ciudad, de noche,las fachadas se iluminan con luces de neón que anuncian sex shops,coffe shops y espectáculos en directo.

A mi este barrio me ha parecido cuando menos curioso, y a Nerea denigrante.Siguiendo nuestro paseo, hemos llegado hasta la calle Zeedijk. Esta calle Sigue el trazado de las murallas medievales, fue en otros tiempos guarida de atracadores y traficantes es hoy una tranquila calle donde encontrarás un montón de tiendas y restaurantes chinos.

En este barrio podremos encontrar un enorme espacio abierto a modo de plaza llamado Nieuwmarkt, donde se monta a diario un pequeño mercado y donde esta la báscula pública que en otros
tiempos sirvió para pesar las mercancías de los barcos que atravesaban los canales. También encontraremos el templo budista HeWa financiado por la comunidad china.



Un par de horas y 50 fotos después decidimos ir a cenar. El cuerpo empieza a pedir un descanso. Para no andar perdiendo el tiempo buscando sitios donde cenar, hemos ido al mismo italiano que ayer.
Una buena y caliente sopa de cebolla, nuevamente, acompañada de ensalada, para mi, y carpaccio y tiramisú para Nerea ha sido nuestra cena en el día de hoy. Al salir del restaurante para ir al albergue, al igual que ayer, hoy se ha puesto a llover, por lo que solamente hemos ido a comprar unas postales para escribir en el salón del hostal.

Mañana el día promete con varias visitas por la ciudad y algún que otro museo, y por la noche iremos al barrio del vicio y la perversión. Aunque hay el mismo vicio y perversión que en cualquier otra ciudad del mundo, solo que no lo esconden.